Cultura

Desembarco porteño de Federico Fellini en el Museo Nacional de Arte Decorativo

Federico Fellini dirigió filmes como Il Casanova y La Dolce Vita

“Vengo de un país y de una generación para la cual América y las películas eran la misma cosa. Y ahora estar aquí, con ustedes, la mayoría americanos, me hace sentir en casa. Quisiera agradecerles a todos por hacerme sentir de esta manera. En estas circunstancias es fácil ser generoso y agradecerle a todo el mundo. Primero debería agradecerle a todos los que trabajaron conmigo. No voy a nombrar a todos, por supuesto. Solo quisiera nombrar a una actriz que es también mi esposa. Gracias mi querida Giulietta y, por favor, dejá de llorar. Grazzie”.

Así hablaba Federico Fellini de smoking, imponente en su metro ochenta y dos, un inglés de compromiso (América por Estados Unidos) y resbaladizo por efecto de su acento peninsular. Era la ceremonia 65 de los Oscars y, luego de recibir el Oscar honorífico de manos de Sofía Loren y Marcello Mastroiani (“Marcellino”, le susurra), el gran Fellini le pedía a su mujer de toda la vida, Giulietta Masina, enfocada por la cámara global, que contuviera las lágrimas. Fellini moriría seis meses después, el 31 de octubre de 1993, y ella le sobreviviría apenas seis meses.

En enero de 2020 se cumplió un siglo del nacimiento del primer director de cine que le aportó al lenguaje una palabra nueva: el adjetivo “fellinesco”. Que, como en el uso común de “surrealista” o “kafkiano”, excede los decorados de la cultura para designar aquello bizarro, excesivo, la cotidianeidad de posguerra como una variante del barroco. Para celebrarlo, Italia organizó la muestra itinerante El centenario. Fellini en el mundo, que estaba programada para verse en Buenos Aires en las vacaciones de invierno de 2020 pero, como se sabe, pasaron cosas.

La semana pasada llegaron a la Aduana las dos cajas de dos metros por un metro ochenta en las que viajó enlatada la muestra que, ahora sí, se podrá ver a partir de mañana en los salones del Museo Nacional de Arte Decorativo, antiguo palacio Errázuriz (para verla hay que sacar turno en la web del museo, y solo se podrá recorrer durante 50 minutos). Fotografías, guiones, bocetos, dibujos y el vestuario de muchas de las 27 películas (cuatro ganadoras del Oscar) que dirigió entre 1950 y 1990 ya están aquí.

La misma exposición se vio en Italia, Rusia, Albania, Eslovenia y Brasil. Ocupará el subsuelo y la planta baja del museo que dirige desde hace tres años Martín Marcos, quien va por un nuevo enfoque para el palacete francés de Palermo. “Nuestra gestión busca que el edificio entre en diálogo con el diseño y la contemporaneidad. Esta muestra llegó por una acción de acercamiento con las agregadurías culturales de las embajadas”, dice Marcos, quien vio la muestra en forma remota cuando se inauguró en San Pablo. Según el director del Decorativo, los curadores italianos quedaron impresionados con la locación porteña.

Así, el vestuario completo de la película Il Casanova (1976, con Donald Sutherland) se exhibirá en el salón de baile de estilo Luis XV, muy pertinente para la adaptación que Fellini hizo de la historia y los día de Giacomo Casanova. En esa sala sonará la música original de Nino Rota (1911-1979), compositor de la música fellinesca en otros filmes icónicos como La Dolce Vita (1960), 8 ½ (1963), Satiricón (1969) y Amarcord (1973).

El comedor del Palacio Errázuriz, estilo Luis XIV, se convertirá mientras dure la muestra en un microcine donde se proyectará en loop un audiovisual de 23 minutos realizado por los productores originales, con miradas y opiniones sobre Fellini por protagonistas contemporáneos del cine. Y el jardín, que cobró una nueva función a partir de la reapertura en noviembre, tendrá el 20 y 21 de marzo a una orquesta de once músicos tocando las partituras originales que Nino Rota escribió para la imágenes de Fellini.

La influencia en la Argentina del director nacido en Rimini excede el círculo de la cinefilia. Su estética resultó inspiradora para artistas como Edgardo Giménez o el diseñador haute couture Gino Bogani, a quien le encargaron un desfile para el entreacto de La Dolce Vita en 1960. “La película se estrenó en invierno para probar su repercusión y los distribuidores me contactaron para que hiciera un desfile en el escenario. Fue en el cine Neptuno de Mar del Plata durante varias funciones y se repitió en el verano. Es una película que debo haber visto más de 40 veces y quedé fascinado con el vestido que usaba Anouk Aimée, que era de una sofisticación increíble”, cuenta Bogani al teléfono. Para traer su figura al presente, en el museo se verán también los afiches ganadores de un concurso sobre Fellini organizado por la FADU en 2020.

Las películas de Fellini no se encuentran disponibles en las plataformas de streaming y acaso la muestra hubiera necesitado de un repaso paralelo de su filmografía donde es, al fin, donde se plasma su arte que puede resumirse en una de sus máximas: “El visionario es el único realista”.

POR: Fernando García

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